Claro que en República Dominicana no sólo hice un cambio en mi cocina también en mi estilo de vida ayudado por los paisajes de esta isla maravillosa, su música y la risa de su gente.
Todo este entorno influye tanto como estar cerca de uno de los mejores cacaos del mundo, lo puede comprobar en una Feria del Chocolate en Milán donde los mejores chocolates lucían en su etiqueta “70 % Dominican Republic Cacao”. República Dominicana es uno de los pocos países americanos exportadores de café ecológico y de frutas y verduras maravillosas también ecológicas. Para qué hablar del azúcar y de los tubérculos como el ñame, la yautía amarilla o la coco, las semillas de cajuil (castaña de cajú) y por supuesto los cocos con los que se preparan las cosas más inimaginables, desde “Los guandules con coco” hasta los pescados con salsa de coco de Samaná.
Además de esto esta isla tiene criaderos de jabalíes, ovejas de pelo y avestruces para exportación.
Montañas, ríos y lagos con enormes camarones de rio y tilapias se confunden con interminables playas con finísima arena y aguas transparentes, donde podemos pescar langostas y langostinos hasta con la mano.
El slogan de la Secretaría de Turismo dominicana es “República Dominicana, Inagotable” y en nada mienten…claro que hay que salir de los enormes resorts que a veces funcionan como cárceles para los turistas.
Cuando mi hija me visitó por primera vez me juraba y juraba que nunca había estado en República Dominicana sino en Punta Cana.
Cuando la hice recorrer la isla se dio cuenta que Punta Cana es sólo una mínima parte llena de resorts “todo incluido”.
Después de este placer donde dominan las montañas en algunas de las cuales en invierno el agua de las canillas se congela en la madrugada y donde se mezclan los bosques de pinos, con palmeras reales y cocoteros y los ríos dónde poder hacer rafting y esos lugares donde reinan playas inimaginables…cómo no poder inspirarse en la cocina!!!!.
Claro que todo no fue igual al principio.
En los primeros años en los supermercados sólo había algunas verduras tradicionales (papas, zanahorias, cebollas, maíz, ajíes cubanela, tomates, alguna que otra lechuga, ahuyama – zapallo- y tubérculos) de origen nacional y las demás cosas venían de Miami (puerros, lechugas romanas, rúculas, morrones especiales, champiñones y otros).
Pero de repente la explosión de productos nacionales en los que la gente no creía y seguía comprando los importados.
En ese momento con mi amigo Alfonso Quiñones y su programa de TV “Mundos Paralelos”, pusimos nuestro granito incentivando el “compre nacional”. Un cubano y un argentino enamorados de República Dominicana.
Hoy en día sólo hay importado lo que no se puede producir en la isla, el resto es totalmente nacional.
Pronto les contaré de la Escuela de Artes Culinarios de la PUCMM, de Cloudsten, de Saffron, de Martín Pescador, del Hotel Alisei y del The Peninsula House, el año pasado designado como el segundo hotel en su tipo en el mundo.
Todo este entorno influye tanto como estar cerca de uno de los mejores cacaos del mundo, lo puede comprobar en una Feria del Chocolate en Milán donde los mejores chocolates lucían en su etiqueta “70 % Dominican Republic Cacao”. República Dominicana es uno de los pocos países americanos exportadores de café ecológico y de frutas y verduras maravillosas también ecológicas. Para qué hablar del azúcar y de los tubérculos como el ñame, la yautía amarilla o la coco, las semillas de cajuil (castaña de cajú) y por supuesto los cocos con los que se preparan las cosas más inimaginables, desde “Los guandules con coco” hasta los pescados con salsa de coco de Samaná.
Además de esto esta isla tiene criaderos de jabalíes, ovejas de pelo y avestruces para exportación.
Montañas, ríos y lagos con enormes camarones de rio y tilapias se confunden con interminables playas con finísima arena y aguas transparentes, donde podemos pescar langostas y langostinos hasta con la mano.
El slogan de la Secretaría de Turismo dominicana es “República Dominicana, Inagotable” y en nada mienten…claro que hay que salir de los enormes resorts que a veces funcionan como cárceles para los turistas.
Cuando mi hija me visitó por primera vez me juraba y juraba que nunca había estado en República Dominicana sino en Punta Cana.
Cuando la hice recorrer la isla se dio cuenta que Punta Cana es sólo una mínima parte llena de resorts “todo incluido”.
Después de este placer donde dominan las montañas en algunas de las cuales en invierno el agua de las canillas se congela en la madrugada y donde se mezclan los bosques de pinos, con palmeras reales y cocoteros y los ríos dónde poder hacer rafting y esos lugares donde reinan playas inimaginables…cómo no poder inspirarse en la cocina!!!!.
Claro que todo no fue igual al principio.
En los primeros años en los supermercados sólo había algunas verduras tradicionales (papas, zanahorias, cebollas, maíz, ajíes cubanela, tomates, alguna que otra lechuga, ahuyama – zapallo- y tubérculos) de origen nacional y las demás cosas venían de Miami (puerros, lechugas romanas, rúculas, morrones especiales, champiñones y otros).
Pero de repente la explosión de productos nacionales en los que la gente no creía y seguía comprando los importados.
En ese momento con mi amigo Alfonso Quiñones y su programa de TV “Mundos Paralelos”, pusimos nuestro granito incentivando el “compre nacional”. Un cubano y un argentino enamorados de República Dominicana.
Hoy en día sólo hay importado lo que no se puede producir en la isla, el resto es totalmente nacional.
Pronto les contaré de la Escuela de Artes Culinarios de la PUCMM, de Cloudsten, de Saffron, de Martín Pescador, del Hotel Alisei y del The Peninsula House, el año pasado designado como el segundo hotel en su tipo en el mundo.
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